A medida que los niños alcanzan los dos años, muchos padres se enfrentan a un desafío conocido: la infame etapa "quisquillosa" al comer. Aunque es una fase común, ciertos comportamientos parentales pueden influir en la intensidad de esta conducta "picky eater". Aquí, exploramos algunas prácticas que debemos evitar para no alimentar el fuego de la quisquillosidad.
La exploración es clave para el desarrollo alimentario. No permitir que los niños toquen, sientan, huelan y prueben diferentes alimentos puede limitar su disposición a probar nuevas texturas y sabores.
Mantener un control excesivo, ya sea sobre las porciones o la velocidad de consumo, puede generar ansiedad y asociar las comidas con una experiencia estresante.
Los padres preocupados en exceso por la limpieza durante las comidas pueden transmitir ansiedad al niño. Permitir cierto desorden es parte del proceso de aprendizaje.
El acto de forzar a un niño a comer puede tener consecuencias negativas a largo plazo, generando aversión a ciertos alimentos y creando una asociación negativa con el momento de la comida.
Además de ofrecer variedad y permitir que el niño explore por sí mismo, es importante ser consistentes y coherentes como padres al momento de la comida. Si forzamos al niño a comer saludable, pero el resto de la familia no sigue la misma línea, generará confusión y una asociación negativa hacia la comida saludable.
Animar al niño a ver, tocar, oler y probar los alimentos. Esta interacción promueve una relación positiva con la comida.
La paciencia es clave. Permitir que el niño avance a su propio ritmo y respetar sus señales de saciedad contribuye a una relación saludable con la comida.
Eliminar distracciones como tabletas, videojuegos, juguetes o televisores durante las comidas. Esto fomenta la concentración en la comida y la experiencia de comer.
Entender que la etapa quisquillosa es una parte normal del desarrollo infantil nos brinda la oportunidad de abordarla con estrategias positivas. Al predicar con el ejemplo, fomentar la exploración y cultivar la paciencia, creamos un entorno propicio para que los niños desarrollen una relación saludable y sin estrés con los alimentos. ¡Recuerda que cada bocado es una aventura en crecimiento!